4 de abril de 2014

Inquieto

Inquieto. Kenneth Goldsmith, La Uña Rota, 2014
Traducción de Carlos Bueno Vera
Algunos antecedentes

Hace aproximadamente cuarenta años, un tipo con una facha extrañísima se sentó durante tres días (18, 19 y 20 de Octubre de 1974) en distintas localizaciones de la plaza Saint-Sulpice de París con la intención de anotar, palabra por palabra, todo lo que sucedía, y el resultado, una lista de acciones sucesivas, se editó en forma de libroOtro tipo, un artista -era de esperar...- se dedicó a escribir en 1970 una lista de todo lo que le venía a la memoria, y le dio también forma de libro; por cierto, el tipo con facha extrañísima también publicó, en 1978, una lista de sus recuerdos, y se la dedicó. Otro escritor, un irlandés algo desnaturalizado, escribió una novela persiguiendo a dos personajes en su errante periplo por Dublín durante un dieciséis de Junio, y tiró de personaje clásico para titularla; después, el irlandés hizo lo mismo con una noche, pero eso es harina de otro costal, ahí están todavía los críticos -y los exégetas, lo que es infinitamente peor- intentando rastrear unos caminos que van desapareciendo a medida que se andan. Otro irlandés, afincado y adoptado por Francia, se propuso escribir un libro registrando todo lo que le acontecía a un cuerpo sin cuerpo, y escribió un extraño e imposible flujo de conciencia que no tenía soporte en el que apoyarse que, consecuentemente, se redujo a puro lenguaje, y no supo cómo llamarlo. Kenneth Goldsmith, poeta y crítico de arte, tirando del hilo de estos y otros antecedentes, registró en  una cinta de audio todos los movimientos de su cuerpo otro dieciséis de junio, en una "tentativa de agotamiento de los movimientos de un ser humano", lo exportó a diferentes lenguajes artísticos y publicó un libro con la experiencia al que llamó Inquieto (Fidget, 2000).

Variaciones formales

Fijado el objetivo, Goldsmith tiene a su disposición varias opciones formales dependiendo de la acción que relata, del momento del día -es comprensible cierto agotamiento a medida que van pasando las horas-, de su predisposición por fuerza variable, de su estado de ánimo e, incluso, de su estado físico.

A veces, sobretodo al principio del relato, Goldsmith se sirve de la descripción pura y objetiva -aunque llamarle "objetiva" sea una contradicción de términos- que, al descomponer los movimientos en sus partes elementales, toma la forma de frases completas pero cortas y concisas; así empieza el texto (hora 10:00):
"Párpados abiertos. La lengua cruza el labio superior al desplazarse de izquierda a derecha de la boca siguiendo el arco del labio. Traga. La mandíbula aprieta. Rechina. Se estira. Traga. La cabeza se alza."
Puede expresarse también mediante frases elementales, generalmente con ausencia de complementos (hora 18:00):
"Cabeza dedo y dedo índice. La liviana mano ociosa. Frota el pulgar. Colmillo inferior juntándose. Pulgar saltarín ahora es ascendido. Pulgar al volteo. Ahota pulgar."
Otra vuelta de tuerca: la supresión de la puntuación, en el más puro estilo del capítulo más famoso del libro que escribió el irlandés algo desnaturalizado citado con anterioridad, y alternando los movimientos corporales con las percepciones propioceptoras del narrador y con breves incursiones de su conciencia (hora 21:00):
"[...] baja los nudillos de la mano izquierda brazos estirados respiración profunda mientras los ojos se cierran la habitación da vueltas un poco en sentido a las agujas del reloj cuarenta y cinco grados la línea recta respiración profunda estomacal [...]"
La depuración del discurso pasa también por palabras aisladas, de las cuales la mayoría son verbos -cabe recordar que la intención era describir las acciones del cuerpo-, con alguna indicación de dirección o de posicionamiento (hora 17:00):
"Gira. Mastica. Masajea. Reúne. Pesado. Despacio. Más. Alcanza. Abre. Traga. Exhala. De pie. Eructa. Sujeta. Gira. Escoge. Sujeta. Sujeta. Sujeta. Abre. Gira."
Y, finalmente, el último malabarismo formal: Goldsmith reconoció que era incapaz de transcribir las cintas correspondientes a la última hora, y la opción que eligió fue reproducir, con las variaciones que vienen al caso, el primer capítulo del libro con las frases escritas al revés; así termina, pues, el libro (hora 22:00), compárece con el comienzo, citado más arriba:
".eac azrbac aL .agarT .eartnoc eS .anihceR .ajaler es alubídnam aL .agarT .oibal led ocra le odneiugis acob al ed adreiuqzi a ahcered ed esrazalpsed la roirepus oibal le azurc augnel aL .Párpados cerrados." 
El reto


¿Qué es, pues, Inquieto? Un reality show non-stop en el que, espectadores pasivos -hasta cierto punto, pues a menudo tenemos que interpretar los movimientos que describe si queremos especular acerca de la acción que ese cuerpo está realizando-, asistimos a la exposición pública de los movimientos de un cuerpo, mediatizado, como todo reality que se precie, por la cámara que en cada momento elige el realizador.

¿Y la trama, entonces? No, no hay trama, solamente sucesión de movimientos que se auto-relatan (pues la voz, el registro original, también forma parte de ese cuerpo) en un fluir continuo, que se suceden, se superponen, se interrumpen, toman el lugar del otro para absorber la atención de un narrador interpuesto que, en principio, ya que este extremo es discutible, debe verbalizar, convertir en discurso, unas reacciones puramente orgánicas. Y el punto de vista es tan cercano a los eventos que integran cada acción que el detalle la puede descomponer hasta hacerla irreconocible; igual que cuando se examina un objeto completo desde cada vez más cerca llega un momento en que ya no se reconoce, pues el detalle  lo desvirtúa hasta hacerlo extraño, o, en informática, el examen de la serie de comandos que hace posible una acción determinada; de hecho, es la práctica ausencia de objetos la que obliga a que la explicación de cualquier manipulación, por ejemplo, se complique hasta el extremo de hacerla ininteligible. 

El proceso de verbalización, por supuesto, debe soslayar una imposibilidad técnica: lo primero que debiera registrar es el hecho de hablar lo que está grabando, lo que conduciría a una espiral inacabable de autoreferencias. Pero tampoco cabe hilar tan fino, ya que esa ausencia -igual que en el caso de una novela, que requiere la suspensión de la incredulidad- es precisamente lo que le otorga a Inquieto el estatuto de ficción.  

Aparte del aparente pintoresquismo del propósito de Goldsmith, e independientemente del resultado al que llegó, se puede inscribir la experiencia en la nómina de acciones -performances, que dirían los modernos- que intentan trasladar la literatura al campo de la identidad y de su relación no ya con el entorno -no hay personajes en Inquieto, ni localizaciones- sino con la propia conciencia del escritor. La primera dificultad a la hora de clasificar un trabajo como éste surge al intentar aplicarle los modos clásicos: quién es el narrador, qué relación tiene -si la tiene- con el escritor, dónde está el conflicto, dónde está la trama... La propia dificultad formal de la transcripción, ¿puede considerarse que forma parte del discurso, o solamente de su materialización? Cuando la sucesión de mediadores toma la forma de: 1.- Lo que hace realmente el cuerpo de Goldsmith, unos movimientos concretos difícilmente aislables e imposiblemente describibles mediante el método forzosamente secuencial de la escritura debido, por ejemplo, a su ocurrencia simultánea; 2.- Lo que escoge Goldsmith de entre todo lo que hace su cuerpo, lo que implica elegir, momento tras momento, entre los muchos procesos que tienen lugar en ese cuerpo -y obviando los automáticos, como la respiración regular o el latido del corazón-, sabiendo que deja en el tintero mucho más de lo que decide registrar ; 3.- Lo que graba en la cinta; 4.- Lo que transcribe de lo grabado; 5.- Lo que entendemos los que lo leemos..., ¿hasta dónde puede llevarse la multiplicidad de mediadores? ¿Cómo afecta esto al mensaje en sí? Además, este narrador que no lo es -pues sin que nadie nos explicara lo que está sucediendo en el cuerpo de Goldsmith no habría caso-, a medida que avanzan las horas, va pugnando por aparecer, la descripción objetiva de los movimientos del cuerpo va replegándose como si la repetición les sustrajera su utilidad, y acaba emergiendo una conciencia, forzosamente no automatizada, que reclama la atención:
"Nuevo pasmo cortejándome para la entrega olvida los ojos. Los ojos de donde yo provenía. Ojos a la derecha del Hudson. Los dientes tragan. Vistazo veloz que sacude un lado de la cama."
Inquieto es un difícilmente clasificable pero tremendamente enriquecedor experimento formal que viaja hasta las fronteras de lo registrable, explora los límites de la narratividad y pone al lector ante un cuerpo sin mente retratándose a sí mismo. Un reto para el protagonista que el lector inquieto no debería perderse.
Existe en la red una página de Coach House Books que contiene una versión online de Inquieto,  comentarios referentes al texto, un applet de Java desarrollada por Clem Paulsen, y archivos de audio de una interpretación vocal-visual de Theo Bleckmann en el Whitney Museum of American Art.

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